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sábado, 8 de diciembre de 2007

El Merengue, se Baila Apretao.

Merengueando, a bailar ‘apretao’
Texto: Alexis Gómez
Fotos: José Ramón Payero

La primera danza apretadita entre un hombre y una mujer. Es un ritmo de sangre caliente, engendrado por varios países del Caribe, pero adoptado por República Dominicana. Así es el merengue, que mueve caderas a donde llega.


Dicen que basta con cerrar los ojos. Bailar esta música es simplemente sentirla y en el momento menos pensado el cuerpo empieza a moverse. Conocido como el segundo himno nacional de República Dominicana, ya cumplió 150 años de existencia. El merengue está de fiesta, pero sin fecha exacta de nacimiento. Algunos historiadores y músicos dominicanos han escudriñado en sus raíces, para conocer los inicios de este ritmo y poder gritar a todo pulmón: ¡Que viva el merengue!

Música caribeña

Cuentan que empezó con el aroma de un buen café mañanero y la sencillez de la vida cotidiana. Era una suave danza de pareja entrelazada, que cauzó rechazo en algunos sectores, por considerarlo inmoral. “Sin embargo define nuestra identidad como país. Es más, nosotros mismos somos el merengue y así lo sentimos”, comenta Catana de Coello, historiadora dominicana.

Un aspecto es el vocablo del merengue, otra es su coreografía y otra distinta, su música. Su etimología proviene del francés meringue y ya existía en los diccionarios desde 1730. En ese tiempo se definía solo como un dulce (tipo suspiro) y no se sabe en qué momento pasó a ser un baile. Varios países del Caribe influyeron en su creación. Haití, República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela y Colombia mezclaron tendencias rítmicas para crear esta danza, pero República Dominicana le dio una identidad.

Según Coello, el merengue contiene ritmos africanos así como hispanos, aunque su estructura musical corresponde a Europa. Luego, gracias al sabor criollo de los dominicanos, se transformó en contradanza criolla, permaneció en aquel país y se proyectó mundialmente.

La historiadora opina que se inició en Santo Domingo, capital de la nación, gracias a la influencia de Juan Bautista Alfonseca, primer compositor del merengue. Militar y músico de formación, Alfonseca junto a su banda difundió este ritmo en el clásico parque Colón en 1800. Más tarde en 1870 adicionó acordeón, güira y tambora, sin embargo las composiciones eran meramente sinfónicas.

Pancho García, Luis Rivera, Julio Hernández, entre otros, fueron grandes exponentes de la música caribeña a nivel académico en sus inicios urbanos, pero apenas los acordeones llegaron a manos de campesinos, el merengue se masificó.
El talento de Ñico

De que es el padre del merengue, nadie lo duda. El pequeño Ñico Lora, talentoso del acordeón, se convirtió de adulto en el rey de este ritmo. Unas cuerdas sonaban y entonaban el ánimo de un pueblo que peleaba por su soberanía. Ñico iluminó el camino y dio paso al ‘sabor dominicano’.

“Irónicamente Trujillo (gobernante de República Dominicana en los años cuarenta) fue quien vio fuerza en el merengue y supo cómo utilizarlo en sus campañas políticas”, relata el musicólogo Rafael Chaljub. “Grandes íconos fueron Ramón Mezquita, Tatico Henríquez, el trío Reynoso, Bartolo Alvarado, Francisco Ulloa, aunque es imposible nombrarlos a todos”, dice Chaljub.



Charanga de Pambiche




¿Alguna vez bailó el merengue apambichao? ¿con una negra retrechera y buena moza? Si le gustó bailar de medio lao o medio apretao, con una negra sabrosa... ¿recuerda esta canción? La Sonora Matancera, músicos cubanos, dedicaron varias letras al apambichao, un merengue liniero que existía en 1900. “Hasta el escritor José Martí lo bailó en Montecristi, y le gustó tanto que hasta pidió repetición”, cuenta el investigador Darío Tejeda.

Como una charanga de vals de pueblo, definía Martí a esa danza. Tejeda cuenta que durante la ocupación de EE.UU. los marinos norteamericanos no podían bailar los pasos acelerados del merengue, así que preferían bailarlo más lento. A este ritmo la gente llamó ‘pambiche’, en alusión a Palm Beach, una conocida playa de Miami.

Más tarde, el maestro Luis Alberti, posiblemente por orden de Trujillo, llevó el merengue a la sociedad urbana. “Ponme a la gente a bailar nuestra música, que aquí no somos europeos”, habría dicho Trujillo. Trompetas y saxofones se empiezan a escuchar en las orquestas. Comienzan los años sesenta y Jhonny Ventura logró internacionalizar la música dominicana, llevándola a grandes masas y luego Wilfrido Vargas transformó las coreografías.

Sergio Vargas, Elvis Crespo, La Máquina, Checo Acosta, los Hermanos Rosario, entre otros, terminaron por evolucionar el género. Juan Luis Guerra también fusionó merengues con bachatas y contagió con su ritmo a millones en todo el mundo.



Cuerpo a cuerpo




“Un baile pegadito, cuerpo a cuerpo y sacándole brillo a la hebilla”, así se baila esto, explica Héctor Díaz, maestro dominicano de danza. Caderas moviéndose de lado y lado, sin despegar el cuerpo. Antiguamente, cuenta Díaz, las letras de canciones se repetían tanto que al merengue lo llamaban ‘perico ripeao’. Con los años la danza fue variando y se hizo más rítmica.

“Luego vino el ritmo saltado y ahora los integrantes de orquestas forman verdaderas coreografías”, añade. Respecto al apambichao, es reconocido como un baile glamoroso, que se baila como si se estuviera cojo.

Para Héctor, el merengue es amor. Una danza de mucho sentimiento, donde el ‘sentir’ reemplaza a la técnica. “Es acomodar a la pareja al cuerpo de uno y bailar juntitos. Es el único baile que lo puede bailar cualquier persona, así no sea buena en la pista”, añade.



Feliz Cumpleaños



República Dominicana celebra 150 años del merengue con bombos y platillos. Ritmo catalogado inmoral en sus inicios, se convirtió en un gran embajador de la cultura latinoamericana, que pone a bailar hasta al que no sepa.

Entonces, si son amantes de la música caribeña... ¡no se suelten!, que esto hay que bailarlo apretao.

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